Me encuentro en Buenos Aires cursando un Diplomado en Psicología de la Reproducción mientras escribo esto, de ahí esta imagen de la clásica Mafalda que encontré, me causó gracia y también me ha hecho reflexionar como no habría imaginado sobre lo aprendido estos días, mi trabajo y lo vivido.
¿Qué tiene que ver esta imagen, la postura de Mafalda y lo que dice sobre perder, con la fertilidad? Quiero iluminar tres aspectos.
Primero, y es que la fertilidad es algo que damos tan por sentado que prácticamente es muy raro encontrar que alguna persona o pareja heterosexual se haya cuestionado su capacidad reproductiva sino hasta que nace en ella/ellos el deseo de querer ser padres, pasa cierto tiempo sin lograrlo y como sucede más hoy, la mujer tiene ya más avanzada edad por lo que la noción del reloj biológico empieza a ponerle presión a la necesidad de atender este aspecto con prontitud. Es ahí, cuando la sensación de pérdida toca la puerta por primera vez, cuando no encontramos aquello que creíamos tener y esperábamos se diera en nosotros, tal como Mafalda con un relajo como si nada tuviéramos que hacer para conseguirlo (¡sólo tener relaciones sexuales, por supuesto!).
La realidad es que, si hablamos de números, la tasa de embarazo en una pareja sana que tiene relaciones sexuales en su periodo fértil es cercana aproximadamente al 15%, lo que refuerza la idea de que ciertamente la vida, es un milagro en gran medida. Que se den todas las condiciones para que justo en un primer intento se logre estar en este 15% es muy poco probable, por eso en condiciones en que la mujer tiene menos de 35 años, está sana reproductivamente y también así su pareja; no se puede sospechar de por sí de alguna dificultad para concebir, sino hasta el transcurso de un año teniendo relaciones sin uso de medidas contraceptivas y relaciones sexuales frecuentes.
La segunda realidad a la que convoca para mí esta imagen, es la de que a nadie le gusta perder. No estamos preparados para experimentar pérdidas o duelos que debutan además así de manera tan abrupta en la vida, impactando tantas áreas de la vida personal, de pareja y social como lo es la dificultad para concebir. Sentir rabia u “odio” por tener que perder, como dice tan livianamente Mafalda al referirse a unos kilos, no está tan alejado de lo que se siente frente al no lograr de manera natural un embarazo o un resultado positivo de un tratamiento, sobre todo cuando no se logra al tiempo que yo quiero, cuándo quiero y cómo quiero. La sensación de falta de control empieza a apoderarse muchas veces del escenario, junto con la frustración, ansiedad y miedo.
La rabia como emoción y respuesta a este duelo es normal, poder ocupar esa rabia a favor es lo difícil, he ahí que poder acompañarse por un profesional de la salud mental es de utilidad para poder favorecer la integración de estas emociones de manera que la persona y/o pareja pueda mantenerse activa tomando decisiones a favor de lo que quiere, considerando su cuidado, sin permanecer como Mafalda sólo en la queja y rabia, para poder levantarse de la arena y hacer algo que la lleven a sentir de otra manera o le permitan transitar por todas las esferas propias de un duelo (negación y aislamiento, rabia y culpabilidad, negociación, depresión, aceptación [1] ), de manera que puedan sostener su bienestar emocional y calidad de vida.
Por último y tercero, podemos hacer como Mafalda y quedarnos quietos enganchados de la emoción aún sabiendo como ella que hay alternativas y acciones que sí podemos realizar o “debemos” realizar para favorecer nuestra salud en la búsqueda de un embarazo (ej. dejar de fumar, bajar de peso si se está con sobrepeso o obesidad, subir de peso si hay un IMC muy bajo, hacer actividad física moderada, consultar al médico a tiempo, hacerse los exámenes pendientes, tomar ácido fólico, seguir las indicaciones médicas cuando se está en tratamientos, etc.). Podemos ver estas acciones como un “perder” si nos mantenemos anclados en la idea de que controlamos nuestra vida en todos sus aspectos, si no queremos renunciar a nada y damos por sentado que sólo dependemos de nosotros mismos para consolidar este aspecto, si no estamos dispuestos a cambiar nuestro estilo de vida, trabajo, alimentación, etc. para favorecer las condiciones que pueden ayudar a que con o sin tratamientos, la calidad de las células implicadas en nuestra fecundidad (los ovocitos y espermios) puedan estar en sus mejores condiciones y nosotros también.
Por otra parte, sentir que tenemos que esforzarnos y movilizarnos para conseguir algo que dábamos por sentado y como parte de un encuentro íntimo y placentero, puede transformarse en uno de los mayores desafíos iniciales. Ciertamente en el camino que se inicia se experimentan pérdidas, si se consulta para iniciar un estudio de infertilidad ya se ha experimentado la falta de control, la intimidad de la pareja se expone a un tercero (médico), se pierde muchas veces la espontaneidad de los encuentros sexuales que pueden pasar a ser programados (con ello la libido se ve afectada e incluso la respuesta sexual), se pierde el control del tiempo y muchas veces existe una pérdida económica, laboral y social importante.
Vivir las distintas pérdidas y engancharse a ellas puede traer como a Mafalda mucha rabia y pasividad. Ver qué se gana con perder, es un proceso que difícilmente se logra solo y acompañarse profesionalmente para ello es fundamental. Te dejo algunas preguntas que considero importantes para reflexionarlas y encaminarse a hacer este proceso, ya sea si estás por iniciar la consulta médica porque llevas tiempo intentándolo sin lograrlo o si ya llevas mucho tiempo en tratamiento:
¿Qué estás dispuesto a perder, para poder conseguir lo que quieres?, ¿hasta dónde son tus límites?, ¿han acordado esto como pareja?
Si tienen diferencias, ¿qué harán para mantenerse unidos frente a ellas?, ¿qué es negociable y qué no?
Si ya han experimentado continuas y distintas pérdidas en el camino (económicas, sociales, muerte de un hijo, intentos fallidos, etc.) ¿qué tan preparado te sientes para seguir intentándolo?, ¿cuáles serán tus/sus nuevos límites y acuerdos?, ¿qué puedes hacer por tu cuidado hoy que estás dejando de lado, disfrutas y no te significa un mayor esfuerzo?
Parte de los procesos es saber cuándo avanzar y cuándo parar, ponerse como Mafalda acostados en la arena desde la emoción en partes del camino es normal, permanecer ahí no es sano, corres el riesgo que te empantanes. Si te sientes así, es momento de aceptar la realidad de tensión emocional y consultar a tiempo.
[1] Descritos ampliamente por Elizabeth Kubler-Ross, y que se presentan en el duelo de la infertilidad de igual manera con algunas particularidades.
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